domingo, 11 de mayo de 2008

Adelantos de Desde Adentro EL EDITORIAL


Es un tibio mediodía de un sábado cualquiera. Otoño de 2008. Como tantas otras veces Eliana Blanco se debate entre ir o no ir a cortarse el pelo, a peinarse. Para estar un poco más linda, nada más que eso. El asunto es que hoy no es un día cualquiera: se casa el chino Maemori y eso ya es toda una noticia: cuántas habrían querido, allá por los noventa y tantos, casarse con el chino. Claro, en esa época jugaba en las inferiores de Platense y el tipo hacía facha con eso. Y claro, las chicas morían por él. Si hasta la misma Espina decía que era un bombón... Bueno, el asunto es que hoy se casa el chino y hay que peinarse. Lo del vestido ya está solucionado pero el pelo... siempre fue un problema para Eliana. Que se le caía para un lado, que para el otro, que si me lo tiro para atrás van a decir que parezco una vieja, que si me lo llevo para adelante me tapa la cara y eso me hace aparecer más antipática, más cortada. El pelo, siempre el pelo. Claro, cuando todavía estaba Dany era otra cosa: nunca se supo bien cómo hacía pero el tipo, entre registro y registro, entre parte y parte, mate de por medio, se hacía un lugar en el fondo de la preceptoría, pelaba la valijita y empezaba a sacar las tijeras, el gel, las tinturas y así, en el breve instante de un recreo te hacía un corte que te quedaba fenómeno. Pero hoy es distinto. Dany ya no está, se fue con Aída Spinoza (te acordás?) a vivir a San Luis y todos los que nos cortábamos el pelo con él tuvimos que empezar un nuevo raid por las peluquerías de Moreno como hoy Eliana, en este pálido sábado de mayo.


A primera vista, el lugar no dice mucho: un local como cualquiera sobre la vereda, mirando hacia la vía. Al fondo, si uno mira medio de chanfle, así, hacia la izquierda, se adivina la silueta, a esta altura inconfundible (¿quién lo hubiera dicho allá por fines de los ’80?) de la Terminal de ómnibus, esa que convenientemente anunciada con bombos y platillos nos querían hacer creer que era el nexo que permitiría unir Moreno con el mundo. En cambio, si uno estira la mirada hacia el otro lado es como retroceder en el tiempo cuando allá al fondo, pasando la barrera, aparece la calesita como un bastión inexpugnable resistiendo a cualquier precio y a pura sortija el paso del tiempo.

Eliana da la vuelta y encara hacia la puerta del local. Algo, no sabe bien qué, la detiene un instante. Una fuerza desconocida le dice que se asome un poquito hacia la entrada que se insinúa a la izquierda del edificio. Al fondo, una arcada de medio punto al estilo renacentista marca la separación de la vereda, a esa altura bastante ancha, y el espacio interior que Eliana no alcanza a adivinar donde termina. Pero no es esa la única separación que marca esa arcada. Ese espacio interior que no se llega a ver también habla de otro espacio más difuso en el que a Eliana se le mezclan las imágenes, los sonidos, los olores... un espacio interior que a pesar del reciclado obligado ha logrado guardar una infinidad de historias a pesar del paso de los años.

Eliana se resiste a sumergirse en el pasado y luego de titubear un instante retoma sus pasos y enfila resueltamente hacia la puerta de entrada. Un cartel de letras cualunque que reza Distribelleza en su parte superior y que anuncia una serie de servicios y cursos que allí se dictan le dice que esta peluquería a la que por primera vez entra no es una peluquería cualquiera.

Eliana desconfía, piensa si valdrá la pena entrar, si no terminará de arruinar ese pelo que desde hace tiempo la tiene tan fastidiada, pero entra. Se sienta cuando una voz le dice que tiene para una hora y media por lo menos. Mira hacia la mesita central. Una pila desordenada de revistas parece invitarla a inclinarse sobre ella, cualquier cosa viene bien en momentos como este en los que el tiempo parece pasar tan lentamente...


A Eliana le cuesta creer que, perdido entre todas las revistas, haya un ejemplar del Para Ud! amarillento y ajado que pareciera haber estado allí desde hace mucho tiempo como esperando a alguien. Un arranque de curiosidad la empuja a tomar el diarito que denuncia en su portada la fecha de aparición: mayo de 1988. En la 2º página, una nota cuyo título era Moreno tiene una nueva escuela la dejó perpleja: el texto hablaba de la importancia de apostar a la educación en tiempos tan difíciles y, para colmo, en el contexto de una huelga docente que había durado más de cuarenta días. Acompañaba la nota una foto en blanco y negro que con el tiempo había ido empalideciendo y tornándose borrosa. Sin embargo, Eliana hubiese jurado que, bajo esas arcadas posmodernas donde sobresalían en un primer plano las figuras de Susana y Norma, se asomaba el chino Maemori con esa sonrisa inconfundible, la misma que tendría esta noche en el momento de dar el Sí.

PROF. JUAN PABLO VIVARES

3 comentarios:

  1. ♥ Es un orgullo y una felicidad haber pertenecido desde el primer minuto de la fundación de esta querida escuela, y permanecer aún, en este maravilloso proyecto que es la educación de los adultos del mañana.


    María Rosa

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  2. Me encanto saludos a Eliana y a Juan Pablo Vivares, un beso grande felicidades !!!
    Fer
    mariafernanda_mc@hotmail.com

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