sábado, 6 de septiembre de 2008

EN ESTOS TIEMPOS QUÉ DIFÍCIL ES...


"En estos tiempos qué difícil es ser maestro. Estamos inmersos en un mundo individualista donde la solidaridad y el compañerismo poco existen. La ética profesional cae en un abismo y en ese mismo abismo se deslizan las responsabilidades familiares y todo recae en la escuela. Los maestros a veces actuamos por puro instinto. Estoy convencida que de esta crisis institucional, familiar y social, se sale con mucho amor y vocación docente. Si cada protagonista del quehacer educativo se dedicara a su tarea, poniendo su granito de arena, su creatividad, todo funcionaría mucho mejor..."

Reflexión: ¿Cómo está nuestra pasión por educar?
"La pasión no sólo es constitutiva del ser humano sino principio de toda comunidad y sociedad, la misma se relaciona con la creatividad y la acción. Es decir, la pasión se pone en juego en la acción. En todo acto creativo el sujeto se funda y, a la vez, se enajena en la pasión permitiendo que las pasiones alegres triunfen sobre las pasiones tristes, el amor sobre el odio, el sentimiento de lo maravilloso sobre el sentimiento de lo siniestro"
Enrique Carpintero Con algo más de 60 años, Enrique Carpintero tiene una intensa vida profesional fundada en un espíritu inquieto, pasión que lo llevó a impulsar Editorial Topía y la revista del mismo nombre, puntos de encuentro destinados a enriquecer visiones sobre la vida.
Carpintero es psicoanalista, escritor, editor.
Es coautor junto a Alejandro Vainer de “Las huellas de la memoria. Psicoanálisis y Salud Mental en la Argentina de los ’60 y ’70” Tomo I (1957-1969), Tomo II (1970-1983)
Su último libro publicado es “La alegría de lo necesario. Las pasiones y el poder en Spinoza y Freud”, segunda edición corregida y aumentada, editorial Topía, Buenos Aires 2007.

El mejor ejemplo de pasión lo dan los enamorados. ¿Cómo?
Cuando ven a su pareja “le brillan los ojos” y sienten que “la vida les sonríe”.
Dedican mucho tiempo a acicalarse y a arreglarse para verse bien ante su objeto de amor. Tratan a su pareja siempre con amabilidad, destacan sus fortalezas y la llenan de elogios, minimizando sus defectos.
Piensan a menudo en cómo sorprender al otro, en qué le gusta, e intentan agasajarlo. Escuchan con atención lo que el otro les cuenta, comparten sus alegrías y hacen lo posible por calmar sus ansiedades o sus tristezas.
Se preocupan porque el otro crezca profesional y espiritualmente y lo apoyan en sus proyectos e ilusiones.

¿Cuántas de estas actitudes tenemos para con nuestros alumnos o para con nuestra tarea docente?

¿Con qué frecuencias las ejercitamos?

¿Buscamos formas de alimentar el entusiasmo con el que comenzamos a ejercer?

¿Cómo está nuestra pasión por educar?


Lic. Natalia Gil de Fainschtein
Directora General - Excellere Consultora Educativa

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