sábado, 11 de octubre de 2008

TARDE DE ENSAYO

Un, dos, tres, va. Esas fueron mi últimas palabras antes de mandar el tema. Luego me inserté en un mundo de compases, negras, corcheas y contratiempos del cual me costó salir. Este era un ritmo que sólo con marcar el pulso me trasladaba a otra dimensión, una dimensión en la cual yo me olvidaba de todo y de todos; una dimensión en la que entendía lo que estaba ejecutando en mi instrumento.
En medio de la ejecución surge un silencio, una ausencia de sonido en la que yo ya no me sentía acompañada, sino sola y triste, aburrida y abandonada por mis compañeros de banda. El silencio era interminable, no aguantaba más, quería tocar, estaba ansiosa y quería demostrar todo lo que sabía, pero él estaba ahí, sí él, ese silencio largo y sin sentido que me suprimía y no dejaba hablar a mi instrumento. Sin embargo, el tema tenía que cruzar ese punto que todo tema cruza, ese punto en el que resalta un solo integrante de la banda con su instrumentos; esa persona era yo. Sí yo!!!, tocando nuevamente y repitiendo mis últimas palabras: UN, DOS, TRES, VA!!! Camila Marinelli 3º1ºHUSOC

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